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American Gods: Inventando dioses

Por Eduardo Jacobo

El ser humano, desde sus inicios, ha buscado explicaciones religiosas a su existencia, ha creado mitos y leyendas para intentar dar respuesta a los grandes misterios de la vida, y para ello, ha inventado un sinnúmero de entidades sobrenaturales a las cuales les ha otorgado el carácter de dioses. La fuerza de esas deidades radica precisamente en el número de personas que cree en ellas, pues los dioses también pueden morir cuando se convierten en obsoletos y son reemplazados con nuevas creencias reduciéndose al estatus de mitología, pero sin ser ya objeto de veneración.

Es justo bajo esta premisa que Neil Gaiman, uno de los narradores más destacados de nuestra época, imaginó American Gods, una novela tan potente que ha trascendido a otros medios de comunicación como la televisión o, por supuesto, las viñetas. La adaptación de American Gods al formato del cómic corre a cargo de Craig Russell en los guiones y Scott Hampton en el apartado artístico, con la supervisión del propio Gaiman quien es muy quisquilloso con las adaptaciones de sus obras.

La historia gira alrededor de Sombra, un tipo que está en la cárcel y es liberado un poco antes de cumplir su condena debido a la muerte de su esposa en un accidente de tránsito. Rumbo al funeral, Sombra conoce a Mr. Wednesday, un anciano que le ofrece trabajo, pero sobre todo un propósito en su nueva vida. Bajo las órdenes de este misterioso anciano, Sombra se adentra poco a poco en un sub mundo místico en el que se anuncia una guerra entre los viejos y los nuevos dioses de la humanidad.

Aquí aparecen las deidades tradicionales: Odín, Anubis, Ostara, Jehová, Anansi y muchos otros dioses de todas las culturas que han emigrado junto con las personas y que se han instalado en Estados Unidos, haciendo de este país un mosaico de creencias, y que ahora compiten por la veneración de las personas en contra de los nuevos dioses: las armas, el dinero y el internet; entidades tan abstractas que se han convertido en el eje de la vida de las personas, quienes las adoran a través de rituales nuevos como la conexión permanente o la constante deuda y fervor por el dólar.

Es en ese escenario que Gaiman deconstruye la divinidad y nos muestra a dioses tan humanos como quienes los crearon, hambrientos de devoción en un mundo en el que la religión ha cambiado y ha creado nuevas idolatrías. Sin duda se trata de un cómic lleno de metáforas y dobles lecturas en el que nos preguntaremos al final si no creer en nada es igual a creer en todo…





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