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Cinema Purgatorio: pasa en el cine, pasa en la vida…

Por Eduardo Jacobo Bernal


“Sí, ya sabes cómo funciona.

Cuando las luces se apagan, se oyen

unos susurros de emoción.

Y todo el mundo se encuentra solo en la oscuridad.”

Alan Moore


Desde sus inicios, el cine se ha convertido en una forma de hacer presente la magia, es una especie de boleto hacia otras épocas, hacia otras latitudes, hacia otras vidas. La pantalla grande tiene un efecto que ni la televisión o la computadora pueden imitar: produce una inmersión total por parte del espectador, quien, pese a estar en una sala acompañado por decenas de extraños, goza de una experiencia individual en la que se vuelve ojo omnisciente de un relato en particular, cómplice de los personajes y apoyo moral de los protagonistas.


Sin duda, el cine es una de las formas artísticas más populares de nuestra época, son cientos de títulos los que se estrenan año con año, y hay toda una industria que gira en torno a los directores, productores, actrices y actores. La entrega de premios y toda la fama de la que gozan quienes son parte de este mundo se han convertido en puntos de referencia de nuestro imaginario colectivo. Seguramente, sobre todo esto y más, es que Alan Moore reflexionó al momento de idear Cinema Purgatorio -en clara referencia a una de las películas icónicas de la industria-, novela gráfica que juega con la idea del cine como experiencia y como destino.


Al lado del dibujante Kevin O’Neill, Moore hace una especie de meta-reflexión sobre la industria cinematográfica, mostrando el lado más oscuro de Hollywood a través de “cortometrajes” en blanco y negro que presentan la historia del nacimiento de meca del cine, en la que se funden y se confunden los relatos fílmicos clásicos como Tarzán, King Kong, Superman o Psicosis con sus contrapartes de la vida real, las cuales no siempre tuvieron finales felices, pues nos revela los suicidios, asesinatos, estafas y violaciones que se dan tras bastidores.

Haciendo gala de su capacidad narrativa, Moore juega con los géneros fílmicos a través de las viñetas y explora los dibujos animados, las películas de terror, los dramas gansteriles y las cintas de acción para mostrar todo lo que no sabemos acerca del mundillo del cine. Y subraya, “siempre es mejor mostrar al público lo que ocurre en lugar de contarlo.” Y justo es lo que logra Cinema Purgatorio: mostrarnos la cara oculta de una industria feroz y desalmada, pero que se dedica a la venta de sueños y finales felices.


Moore no hace concesiones, va directo y a la yugular de la industria cinematográfica, y podríamos decir que de todo el mundo del entretenimiento, haciendo de esta novela gráfica una lectura densa y en la que el lector debe estar atento a las muchas referencias, pues, hay que señalarlo, es una obra que le exige al lector cierto conocimiento previo. En fin, que no resta más que invitarles a apagar la luz y sumergirse en esta historia y tal vez se sorprendan de ver sus propios nombres en los créditos...


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