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“Como una novela”, Los Acosta

Por Citlaly Aguilar Sánchez

Hace tres años, unas amigas y yo tomamos un avión rumbo a Cancún. Íbamos emocionadas. Suelo ser ermitaña y era la primera vez que hacía un viaje largo con otras personas. Aún en la pista, mientras los encargados ajustaban los detalles finales para el despegue, les contaba a mis amigas que había preparado una playlist para el viaje.


-¿Trae la de Los Acosta?- preguntó una con ímpetu.

-Puse unas, ¿cuál quieres?- indagué.

-Es una que dice: Yo como actor… Ay, es que no me la sé bien…

-Fui pésimo- agregó otra.

-Tú como actriz, lo máximo- coreamos las tres al recordar la tonada. Frase por frase reconstruimos la letra que, sin darnos cuenta, ya estábamos cantando a un volumen considerable en un avión lleno de gente que nos veía con un gesto que oscilaba entre pena ajena, curiosidad y complicidad.


Nuestra estancia en las paradisíacas playas del Caribe duró una semana, tiempo en el que al menos una vez al día entonamos la deliciosa canción de los potosinos con escenarios como la playa, la alberca, el Airbnb, el restaurante, el Uber, el camión…


La letra de la melodía mencionada, que lleva por nombre “Como una novela”, fue escrita por Adán López Dávila, Ernesto Cervantes Acosta y Ricardo Cervantes Acosta, y lanzada en 1996 como parte del álbum Intimidades en el que también se encuentran otras melodías icónicas como “Decir adiós”, “Ni por todo el oro del mundo” y “Oh Mary”.


Aunque el estilo de Los Acosta es una mezcla entre balada pop y cumbia, algunas de sus guitarras hacen guiños al rock pop. Y no sólo eso. Particularmente en el video “Como una novela”, algunas tomas parecen sacadas de la filmografía de David Lynch, pues tienen un estilo entre surrealista y gótico: un pez rojo en una pecera frente a una pantalla que es sostenido por una misteriosa mano de uñas negras y largas; lenguas flamígeras que se desvanecen entre un paisaje semidesértico; actos circenses en medio de la densa noche y malabares con fuego en el bosque, entre otros elementos gráficos que hacen de esta pieza visual algo enigmático. Hace poco me enteré de que debido al uso de los sintetizadores y por el tono depresivo de sus letras, muchos han catalogado la música de Los Acosta como cumbia gótica u oscura.


Lo curioso de esta y otras canciones de su época es que, a casi 30 años de que salieron al aire, siguen siendo tendencia en fiestas, bares y karaokes. Actualmente las escuchamos con especial pasión; quizá no sólo como añoranza de quienes éramos en aquel entonces, sino como una relectura de la letra en sí que se conecta con quienes somos ahora.

Si en 1996 los de mi generación llevábamos poco más de una decena de años en este mundo, en la actualidad, que ya estamos acercándonos al cuarto piso de la vida, quién no ha pasado por una decepción amorosa en la que nos sentimos engañados por alguien a quien le reconocemos sus habilidades. Atropellados por la adultez, no nos queda más que cantar con gracia.


El renacimiento de esta canción entre muchos de mis coetáneos me parece que responde a una nueva conexión con quienes fuimos, con nuestro pasado y, sobre todo, con el pasado familiar que fue en el que se presentó el primer contacto. Cuando era niña no tenía especial gusto por la música de Los Acosta. Dentro de todos los grupos que se escuchaban en mi casa, estos eran los que menos me parecían agradables. Ni siquiera tengo memorias de algo en particular, simplemente estaban de fondo, aunque precisamente por eso, como en la hipnopedia de Aldous Huxley, siempre estuvieron en mi mente. Así que, con el más pequeño estímulo, fueron desbloqueadas las letras y ritmos compuestos por Ricardo Acosta, quien también es el vocalista de la agrupación.


Hasta la fecha, esta agrupación sigue grabando discos. Recientemente lanzaron un video desde su canal de YouTube en el que explican que durante estos años de pandemia se han dedicado a componer y preparar nuevos álbumes, lo cual habla de su vigencia en la radio comercial y en los shows en vivo. Además, -dicho sea de paso- Los Acosta son los primeros en México que ofrecen su discografía completa para descarga gratuita desde su sitio de Internet: www.losacosta.mx. Hecho significativo porque, por una parte, revela que sus ingresos no dependen ya de las ventas de estos y, por otra, evidencia un gran interés por ser escuchados y compartidos. Esto también resulta de gran importancia dado que muchos de sus discos, particularmente el de 2016, son considerados por ellos como “música social”, es decir, que trata sobre todas aquellas vicisitudes de la gente de clase baja.


Así, aquel momento inaugural de mi vida, en el que volví a reconocerme en “Como una novela” a la par de mis amigas, marcó la pauta para repensar la música que siempre me ha acompañado y por qué lo seguirá haciendo. A partir de aquel vuelo de Aguascalientes a Cancún, se ha convertido prácticamente en un ritual cantar esa bonita melodía de Los Acosta siempre que nos encontramos, sea en un café de la ciudad, en una fiesta, posada decembrina o en medio de la calle, pese a que quienes han presenciado esta costumbre parecen cada vez más hartos de lo mismo. Con ella, sin embargo, celebramos nuestra amistad, pero también todo el legado cultural que hemos heredado a lo largo de los años y del que, finalmente, sentimos orgullo.







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