Por Alejandro Ortega Neri

Foto: El Reborujo Cultural
Julia es una chica nacida en el seno de una familia de fotógrafos que ve sus empeños contraponerse a las rígidas expectativas paternas y al estricto ambiente de una sociedad minada por los prejuicios, el machismo y el fanatismo religioso. Su espíritu rebelde y sus anhelos de independencia la llevan a enfrentar los cánones y a romper los patrones, al mismo tiempo que descubre el efecto que su belleza ejerce en los hombres. Así describe la editorial Harper-Collins México el debut literario de la narradora mexicana Claudia Duclaud, “La hija del fotógrafo” (2021).
Julia, además, se casa muy joven sin estar enamorada, se relaciona con un hombre casado y, después de múltiples tropiezos y enredos llenos de amor y humor, encuentra su propósito personal y estabilidad emocional cuando descubre que a veces lo único que logra sacarnos del infierno son las segundas oportunidades; “La hija del fotógrafo” es una novela de tono tragicómico, dividida en dos partes que, si bien, nos narra la vida de esa mujer libre, también nos lleva a un recorrido por toda la enorme estructura machista sobre la que se ha cimentado a lo largo de los años la sociedad mexicana, teniendo como su principal pilar a la familia pero de la que, gracias a la protagonista, sabemos que es posible liberarse.
“Cuando la comencé a escribir, la intención no era hacer esta especie de radiografía de la sociedad machista que somos de manera casi tradicional y hereditaria, yo estaba escribiendo por otras razones más de tipo personal, quería dejar una especie de bitácora de vida; estaba estrenándome como mamá y tenía la inquietud de contarles a mis hijos mi manera de ver la vida, más que otra cosa”, dice Claudia Duclaud a El Reborujo Cultural.
No obstante, a medida que avanzaba en el diseño del personaje de Julia, para explicarla mejor, decidió remontarse a la historia de los padres y abuelos, y se desvió del objetivo inicial que era contar su vida, por lo que se puso a ficcionar sobre esta familia y comenzó a darse cuenta que estaba muy marcada por el machismo.

Claudia Duclaud (Foto: Cortesía de Harper-Collins)
“Mis personajes femeninos eran machistas y yo estaba basándome en personas reales. Fue cuando dije que sí tenemos muy arraigado este machismo en la sociedad. Todos nos hemos interiorizado esta creencia de que así debe ser, que las mujeres deben encontrar su realización solamente en el matrimonio, en la maternidad, y tanto hombres como mujeres nos comportamos en consecuencia, pero qué tan bien o tan mal estará eso, no lo sé. Entonces puse a Julia a explorar ese terreno para descubrir si le gustaba o no”, explica la autora.
Julia se convirtió entonces en ese personaje que viene a romper el círculo de esas prácticas machistas, que incluso se plantaron por las mismas mujeres de las familias y que, a decir de Claudia Duclaud, no lo hicieron con mala voluntad sino por tradición y costumbre; elemento que le da fuerza a su personaje para romperlas y poner un “hasta aquí” a fin de no repetir el juego y los estereotipos.
“Pero va a tener muchas consecuencias, empezando por la propia culpa. No es tan sencillo. A ella le va a generar mucha incertidumbre, mucho miedo apartarse del canon, porque al final duda si está haciendo lo correcto o no y va a enfrentarse al rechazo, la segregación de su propia familia, pero también de su núcleo social y lo sabe, y así lo asume y decide continuar hasta donde tope. El lector verá qué tal le va”.
Sin ser o declararse abiertamente feminista, en Julia hay atisbos de esta conciencia e incluso de lo que ahora llaman sororidad, pero la autora reconoce que no era algo que su personaje practicara de forma consciente, más bien va descubriendo dentro sí misma esta manera de pensar y la forma de relacionarse con sus amigas de una manera diferente, pues su abuela le decía que la amistad entre mujeres no existe y que “el peor enemigo de una mujer es otra mujer”; ideas arraigadas con las que Julia creció pero que posteriormente comenzó a cuestionar. Julia se va encargando de tirar abajo todos estos mitos, uno a uno.
“Creo que Julia y yo tenemos en común algunas cosas, otras son totalmente ficción. Por ejemplo, pertenezco a la Generación X a la que pertenece Julia, que es una generación que, si bien traíamos ganados unos derechos como mujeres, todavía nos tocó enfrentar el estigma de un divorcio, de ser mamás solteras, vivir en unión libre. Hoy a lo mejor son temas que ya no escandalizan tanto, pero en la época de Julia todavía eso causaba mucho escándalo, entonces yo comparto con Julia ese sentir, esa experiencia de vida y esa culpabilidad cuando tomábamos esas decisiones”.

Claudia Duclaud (Foto: Cortesía de Harper-Collins)
Duclaud comparte además con su personaje haber vivido el terremoto del 85 siendo una niña y cómo ese suceso marcó a toda una generación; que no sabe cocinar algo más allá del atún con mayonesa; que habla con la F para que los niños no entiendan, y la sensación que se tiene en la infancia de que los niños desempeñan un papel secundario.
Entre los desafíos narrativos que enfrentó la autora destaca escribir una novela con tantos personajes a los que había que dotar de un registro verbal particular, pues no era lo mismo hacer hablar a una bisabuela que a un joven setentero o un padre de familia recto. Esto tiene que ver con su gusto por redondear a los personajes, dotarlos no nada más de un aspecto físico, sino también psicológico.
Lo anterior se percibe claramente en la primera parte de la novela -porque la segunda le pertenece totalmente a Julia- lo que fue para Claudia Duclaud más sencillo porque era un único registro verbal pero desarrollado con mayor profundidad; al ser la protagonista central, no había que dejar cabo suelto en su manera de ser. Cada reacción había que justificarla con su pasado, dice, por eso fue necesaria toda la primera parte a fin de que el lector identifique el comportamiento de Julia y entienda su proceder.
“La hija del fotógrafo” ha significado para Claudia Duclaud un buen debut en el complicado panorama de las letras mexicanas, pues más allá la radiografía del machismo que hace, creó un personaje entrañable en Julia que, visto hoy en la efervescencia de las series televisivas, pudiera imaginársele como esa anti heroína que lucha contra viento y marea, con más trompicones que paso firme, pero que no cesa en la idea de ser quien conduzca su destino para, al fin, redimirse.