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Junius Maltby y las Praderas del Cielo:¿Ser felices o encajar en sociedad?

Por Eduardo Jacobo Bernal

El cómic, historieta o narrativa gráfica, desde sus inicios ha luchado por encontrar un lugar en las librerías, por hacerse de un nombre respetable y dejar de ser considerado entretenimiento superficial e infantil -aunque cabe señalar que el adjetivo de “infantil” lleva implícita una idea muy errada de la infancia, pues la considera incapaz de comprender conceptos o de reflexionar acerca de su entorno-. En fechas recientes en México, gracias al Fondo de Cultura Económica, se ha dado un nuevo impulso al mundo de las viñetas y se han colado algunos títulos a los estantes de prestigiosas librerías, así como en charlas de intelectuales o foros de discusión académica.


Cabe entonces preguntarse si el objetivo se ha cumplido, si por fin los hacedores y lectores de “monitos” son felices. Y ello nos lleva al cómic del que quiero hablar hoy: Junius Maltby y las Praderas del Cielo, una adaptación libre que hace Ricardo Peláez Goycochea sobre el libro Las Praderas del Cielo, del ganador del Nobel de Literatura, John Steinbeck.


Esta historia nos narra la vida de Junius Maltby, un contador de San Francisco que, debido a una condición médica, llega a vivir a las Praderas del Cielo, un pequeño pueblo en el que conoce los ritmos de la vida rural y se enamora de la naturaleza, dejando atrás los convencionalismos sociales y convirtiéndose en objeto de rumores por parte del pueblo. Maltby parece haberse librado del embrujo social y se dedica solamente a ser feliz, necesitando para ello solo lo elemental, sin auto, sin horarios de oficina, sin zapatos…

Steinbeck ha sido caracterizado como un autor del “naturalismo realista”, en el que se exaltan las historias de personas comunes y en las que se pueden apreciar temas universales, como en este caso la contradicción entre ser feliz y encajar en sociedad. Y ello nos regresa al asunto de los cómics como género artístico, pues es claro que la intención de Peláez Goycochea no es encajar o convertirse en un referente literario, sino ser feliz con su trabajo y ello se refleja claramente en estas páginas.


La meta u objetivo de la narrativa gráfica no tiene que ser darle gusto a un grupo de intelectuales o justificar su existencia bajo la medida de estándares de consumo literario; la esencia de un cómic, como la de todo arte, es conectar con el espectador/lector y esta obra cumple cabalmente con esa función.


Leer Junius Maltby nos deja llenos de sentimientos encontrados, con nostalgia, tristeza, sorpresa y, por supuesto, nos obliga a esbozar una sonrisa. Y estoy seguro que Ricardo Peláez se sentirá satisfecho al haber logrado conmover a sus lectores, al brindarnos la oportunidad de recorrer las Praderas del Cielo y al permitirnos ser felices, al menos por unos instantes, mientras caminamos por esas páginas y nos sentamos a la sombra de un sicomoro.



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