Por Eduardo Jacobo

Uno de los momentos clave en la historia mexicana es La Conquista, mito fundador que ha adquirido un carácter simbólico tan fuerte que todavía duele en el corazón de muchos mexicanos. Los historiadores lo han abordado desde muchas y muy variadas perspectivas, aunque principalmente podemos identificar dos vertientes temáticas: por un lado, la visión eurocéntrica que imperó desde el mismo siglo XVI y hasta bien entrado el siglo XX en la que se veía al proceso como un acto civilizatorio en el que España había traído la ilustración y, aún más importante, la verdadera religión.
Sería el célebre historiador Miguel León Portilla, con su obra La visión de los vencidos, quien lograría darle un giro al relato y narrarlo desde la perspectiva de los oriundos de estas tierras; la teoría decolonial abierta por esta obra nos ha brindado nuevas visiones en las que ya no se centra el foco del análisis en el proyecto imperialista europeo, sino que se fija la mirada en los pueblos prehispánicos y sus propios procesos civilizatorios.
Bajo esta perspectiva se han hecho nuevos y numerosos estudios de historia, alentados también por la reciente conmemoración de los 500 años de la caída de Tenochtitlan. El gobierno actual decidió en 2021 usar también esta perspectiva y nombró al proceso como “500 años de resistencia indígena” para dar centralidad en el relato historiográfico a los pueblos originarios.

Y será justo bajo esta visión ideológica que surge el cómic del que comparto en esta ocasión: “La Caída de Tenochtitlan”, de José Luis Pescador, autor que no es un novato en las lides de la historieta histórica, pues en 2010 estuvo al frente de un proyecto del gobierno de Guanajuato para ilustrar en viñetas las vidas de algunos héroes patrios y recientemente también trabajó en una novela gráfica que narra la vida de Diego Rivera, editada originalmente en Europa.
La visión que Pescador nos muestra en esta historieta es la de la vida cotidiana, pues, si bien se abordan algunas batallas, el objetivo del autor es mostrarnos la civilización mexica. Con un impresionante trabajo de investigación que pone celoso a cualquier historiador, Pescador se deleita en la cultura mexica y hace gala del trabajo bibliográfico en los diálogos de sus personajes plagados de expresiones propias de la época, así como de referencias a lugares en el momento previo a La Conquista.
El apartado visual también es un deleite, pues podemos ver las calles de agua de la majestuosa Tenochtitlan, el tianguis de Tlatelolco, el juego de pelota y, por supuesto, a los tlacuilos, quienes eran los encargados de registrar los acontecimientos en los códices. No es gratuito que el protagonista de esta narración sea un tlacuilo, cuya actividad va a caballo entre ser un historiador y un ilustrador, lo que precisamente Pescador intenta y podríamos decir que logra exitosamente en esta novela gráfica, la cual es sólo el libro uno de lo que hasta ahora es una trilogía y que está a la venta en ferias del libro, pero también en Sanborns o en las redes de José Luis Pescador, pues esta obra, sin duda, vale mucho la pena y debe estar en cualquier biblioteca o cómicteca que se respete.
