top of page

La edad del desconsuelo o el miedo al reflejo

Por Alejandro Ortega Neri

Otros de los miedos que he identificado, luego de casi un año de asistir a terapia psicológica, son aquellos al conflicto y a la pérdida de las personas que quiero y, a pesar de que trabajo para liberarlos, de repente uno se topa con libros como La edad del desconsuelo (Sexto Piso, 2019), de Jane Smiley, que son como una cuchilla de doble filo. Por un lado, uno se da cuenta que comparte esos miedos con, al menos, personajes de la ficción, pero por otro lado, las páginas se vuelven espejos en las que se refleja la gravedad del asunto.

“Nunca más volveré a ser feliz” es la frase lapidaria con la que todo empieza a quebrarse y la felicidad que en momentos parecía existir en pasajes de la novela, se disuelve. La musita Dana en el asiento trasero del coche familiar sin darse cuenta, pensó en voz alta. Dave, su marido, finge no escucharla, pero las palabras ya se ensartaron como dardos venenosos en su mente y, a partir de ahí, siente que todo lo que han construido, -una familia conformada por tres hijas y un trabajo estable en el consultorio dental propiedad de ambos- comienza a derrumbarse. Dave está convencido de que Dana tiene un affaire con otro hombre, pero decide que la mejor manera de salvar su relación es evitar que su esposa descubra sus sospechas.

En la mejor línea de gran parte de la tradición novelística de los gringos, esa en la que las pasiones, emociones, sentimientos ocultos y terribles miedos cimbran la ya de por sí compleja estructura familiar, Jane Smiley, quien ganara el Pulitzer de Narrativa en 1991 por Heredarás la tierra, construye con escalofriante sencillez y una dosis de humor, una historia dolorosamente hermosa sobre la vida en pareja en la que se entrecruzan, claro está, el amor, pero también la pérdida y la infelicidad.


Llama la atención que la autora decidiera contar esta historia desde el punto de vista masculino. Pero Smiley es sumamente inteligente y, si bien, a Dana no se le puede juzgar por sólo sospechas de Dave, a él tampoco se le debe ver como un hombre pusilánime, pues los miedos nos recuerdan lo tremendamente humanos que somos. De ahí que, además de lograr una gran novela en el tenor de la disección de las relaciones de pareja, Smiley también lo hace por el carácter psicológico de cada uno de los personajes.


Le bastaron a esta gran escritora nacida en Los Ángeles en 1949, un poco más de 100 páginas para lograr una historia que cala hasta los huesos, sobre todo para aquellos que nos podemos identificar con alguno de los personajes. En mi caso, Dave me miró fijamente a los ojos y sonreímos los dos al reconocernos, antes de que la angustia nos carcomiera las entrañas. Compartimos el miedo a los conflictos, a perder a las personas, a tirar por la borda los recuerdos y atisbos de felicidad, todo lo construido. Lo compadezco y lo entiendo a pesar de mi aversión a los dentistas.


Los mejores libros no son los que uno lee decía Javier Cercas, sino aquellos que, por el contrario, lo leen a uno, y así sucedió con La edad del desconsuelo, una novela horriblemente hermosa.


Clasificación: ¡Quiero leerme a toda Jane Smiley!


bottom of page