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La hija única-Guadalupe Nettel

Por Arazú Tinajero

La maternidad, abordada desde distintas posiciones, momentos y condiciones, es el hilo conductor de La hija única de Guadalupe Nettel (Anagrama, 2020). La más reciente novela de la escritora mexicana, cuya impronta es el acercamiento a aquello que se califica como anómalo, defectuoso y, por lo tanto, marginal, cuestiona nuestras ideas sobre la reproducción, la crianza y la relación padres-hijos.


De entrada, a través de Laura, su narradora, pone sobre la mesa la posibilidad de decidir libremente el ejercicio de esa capacidad reproductiva aparentemente ineludible, pero sin duda es con Alina, su amiga, con quien toca las fibras más sensibles ante la posibilidad de perder un hijo o de contar con su presencia en condiciones complicadas. “Existe una palabra para designar a aquel que pierde a su cónyuge, y también una palabra para los hijos que se quedan sin padres. Sin embargo no existe una para los padres que pierden a sus hijos. A diferencia de otros siglos en que la mortalidad infantil era muy alta, lo natural en nuestra época es que eso no suceda. Es algo tan temible, tan inaceptable, que hemos decidido no nombrarlo”, escribe Nettel.


La hija única también entreteje la historia de Doris, vecina de Laura, una madre soltera víctima de violencia intrafamiliar, primero por parte de su pareja y luego de su hijo, al grado de reconocerse incapaz de continuar la relación con este último. De igual forma, la narradora se enfrenta a la oportunidad de conocer el parasitismo de puesta, una estrategia implementada por ciertas especies, en este caso aves, que libera a los progenitores de la tarea de criar a fin de dedicar su tiempo a alimentarse y reproducirse al colocar sus huevos en nidos de otros.


A estas y a otras posibilidades de ejercer la maternidad nos expone Guadalupe Nettel en La hija única, una novela en la que también se nos recuerda que ésta, deseada o no, no debe ejercerse en soledad, que hay una manada que puede acompañar en el trayecto, otro aspecto que destaca en esta obra contextualizada ya en la lucha feminista en México de los últimos años.

Tras un acercamiento aparentemente furtivo a Nettel, a sus novelas Después del invierno y El cuerpo en que nací, a sus libros de cuentos Pétalos y otras historias incómodas, así como El matrimonio de los peces rojos, sin duda La hija única es la obra que convoca todo el poderío de su literatura: una propuesta que desdibuja los límites de eso que llaman normalidad, una narrativa que mantiene los latidos al límite y una invitación a la autoaceptación. No engaña asegurando que todo estará bien, plantea la posibilidad de estarlo nosotras mismas porque, “si existe el destino, también hay un libre albedrío, y consiste en la manera en que nos tomamos las cosas que nos toca vivir.”


La frase:

“Mirar a un bebé mientras duerme es contemplar la fragilidad del ser humano… ´Nada te sucederá mientras yo esté contigo´, le prometo, aun sabiendo que miento, pues en el fondo soy tan impotente y vulnerable como él.”


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