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Me habría encantado conocer a Dee Dee Ramone para inyectarme con él: Carlos Velázquez

Alejandro Ortega Neri

No me canso de repetir que sus cuentos le han hecho mucho bien a la narrativa contemporánea mexicana, pero sus crónicas con él y la música como principales protagonistas, le han dado un aire fresco al periodismo musical, porque la música no es para Carlos Velázquez un elemento más de los que está hecha la vida, es EL ELEMENTO que incluso la insufla y que en muchas ocasiones, también la salva.


“Music is my savior” canta Wilco y Velázquez lo sabe. Por eso, teniendo a la música en ese parnaso, lo único que podamos esperar es que sus textos que giran en torno a ella no sean otra cosa que piezas bien construidas, pacientemente cuidadas, honestas, frenéticas y palpitantes, como si de un buen disco de rock se tratara. Cuando leo sus libros de crónicas, siempre las pienso así, como canciones: algunas son cortas pero contundentes como una rola de punk, otras son de largo aliento como si fuera una composición de progresivo, y las más, son alucinantes, como temas de psychodelic rock. Y si bajo esa premisa analizamos Mantén la música maldita (Sexto Piso, 2020), entonces pudiéramos decir que Carlos Velázquez hizo un disco perfecto.


Mientras vuelven los conciertos, fuente bendita de donde brotan las historias únicas que escribe el lagunero, y mientras la vida se adapta a una nueva normalidad, platicamos con él acerca de su nuevo libro y otros temas como el quehacer periodístico en torno a la música, el panorama de éste en el país y sobre Wilco, de quienes nos quedó a deber la crónica de uno de los pocos conciertos que hubo el año pasado en México.


-Noto en Mantén la música, algunos dejos de nostalgia y a un Carlos Velázquez más romántico con respecto a su relación con la música. Así me lo parece en la crónica del momento en que tocas el brazo a Marky Ramone, en la entrevista conjunta con Wenceslao Bruciaga a Lee Renaldo ex Sonic Youth, en la del concierto de LCD Soundsystem, cuya frase final es memorable y en “Music is my savior”, por mencionar algunas: ¿Es mi impresión de lector que ha seguido tu carrera o también te asumes así?


-Es una coincidencia que estos textos aparezcan en libro a mis 42 años, porque la verdad es que algunos tienen varios años de ser publicados y son cosas que he pensado durante ya bastante tiempo. Al momento de publicar el libro no era mi intención hacer un ajuste de cuentas con mi educación sentimental, pero al final fue lo que ocurrió pero debido a la pandemia. Es un libro con una nostalgia por nuestro pasado reciente: la vida con conciertos. Pero también era imposible que el libro no se convirtiera en un artefacto nostálgico. La música, y en particular el rock, tienen un poder de evocación que escapa a nuestro control. Todavía hay mañanas en que me levanto y lo primero en lo que pienso es en el concierto de Sonic Youth en 2004 en el Circo Volador.


¿Cómo te ves como cronista en este libro en comparación del que hizo Aprende a amar el plástico?


-En Aprende a amar el plástico hay música, pero muchas son crónicas urbanas y crónicas nocturnas. La Música Maldita son todos textos que giran alrededor de la música, el único que no se desarrolla en un concierto tiene como eje una canción de Guns n’ Roses. Esto era un paso natural. Dedicarle un libro entero a la música. No existe una diferencia abismal entre un narrador y otro, al contrario, hay demasiadas coincidencias. Quizá a algunos les guste más el Plástico y a otros la Música, pero creo que este podría parecer un libro más consistente en relación al anterior, sin embargo hay textos que me gustan mucho tanto de un libro como del otro.


En el capítulo preliminar “Parental Advisory” citas a John Savage, hablas sobre la figura del cronista de música, el periodista musical ¿A qué dilemas narrativos te enfrentas cuándo vas a realizar una crónica?


-Nunca pienso en términos de dilema, para mí la crónica es un género para ejercer la libertad. Mis problemas surgen cuando estoy ante un concierto que me importa mucho pero no se presenta la crónica. Y salgo con las manos vacías. O existen casos en que lo que pasa en el escenario es tan cabrón que me paralizo y soy incapaz de escribir al respecto. Pero por otro lado, existen recompensas insospechadas. En ocasiones he asistido a toquines sin proponerme sacar nada, sólo disfrutar y resulta que salgo con material digno de mis mejores momentos. Es como entrar a la cancha de cambio en el último minuto y anotar un gol.


Hay una parte en la que un compa te sugiere que te inventes una crónica para cobrar los honorarios y tu respuesta me gusta mucho, cuando dices que puedes defraudar a todos menos al periodismo: “Primero me pego un tiro antes que inventar una crónica”, le respondes. ¿Cuál es tu compromiso con este oficio y cuál con los lectores de tus crónicas?


-Uno debe ser fiel a sí mismo ante todo. Imagínate que Hunter S. Thompson hubiera inventado una crónica sobre la pelea Ali vs Frazer. Habría perdido toda credibilidad. Le habría ido peor. Quedó como un güevón, un drogadicto, un irresponsable, pero no como un mentiroso. Y es que el hedonismo es un obstáculo muy grande al momento de trabajar. Pese a que cubrir conciertos es una especie de trabajo, involucra el placer y si a uno se le pasan las cucharadas todo se va a la mierda. Pero es lo mismo para todos, tanto para quienes asistimos como para los músicos. En el concierto que The National dio en Guadalajara uno de los guitarristas no subió al escenario porque estaba hasta el pito. En ocasiones eso es necesario. Es mejor no subir que hacerlo y hacer el ridículo.


Mencionas también que a los periodistas y críticos musicales que admiras son gringos e ingleses ¿Cómo vislumbras el panorama mexicano en este aspecto? ¿Se podría decir que existe? ¿Y de ser así, qué consideras que aportan tus crónicas a éste?


Al único escritor que conozco que se parte la madre por una buena crónica de concierto es a Wenceslao Bruciaga. La mayoría de gente que escribe sobre rock no se ensucia las manos. Y claro, lo tachan a uno de ser un salvaje, pero si no te inmolas tú, ¿quién? ¿Villoro? Respeto mucho a Juan. Pero honestamente no se va a meter al slam en NIN. Ya no está en edad. Pero uno que todavía tiene la posibilidad de hacerlo tiene que aprovecharlo. No quiero decir que nunca vaya a envejecer. Quizá el otro año ya no se me antoje ir a conciertos, pero cada vez son menos los escritores que se dejan la piel cubriendo un concierto. Y como ahora todo tiende a ser más blando, peor. Estamos viviendo el fin de una era.


¿Has ido a un concierto que de tan malo no haya merecido una crónica? Aunque hiciste uno del The Cure de cuatro horas. ¿Has ido a alguno tan bueno, que te sintieras incapaz de transmitirlo con palabras?


Hay muchas cosas que me importan demasiado, que me he visto impedido para escribir sobre ellas. Conciertos que he querido reseñar y no he podido. Porque las cosas no se dan. No soy un robot. Tampoco es todo tan programático. No me levanto y hago un plan: hoy me voy a meter tantas madres y me voy a ir a un concierto y a ver qué pasa. Jamás. Yo dejo que las cosas se vayan dando por sí mismas y si de ahí sale una crónica pues perfecto. Y si no, ni pedo, la experiencia vivida nadie me la quita. Las imagines y las sensaciones me van a acompañar mucho tiempo. Soy un cronista de tiempo completo, pero en ocasiones también descanso de esa chamba.


Haciendo un ejercicio de imaginación, si tuvieras la oportunidad de cubrir un concierto histórico ¿Cuál escogerías?


-Existen muchas bandas que me habría encantado ver, pero si se me concedieran sólo una opción no lo dudaría: me encantaría ver a Tom Petty en vivo. Estuve a punto de verlo un par de veces pero por una visa vencida una, y por apendejarme la otra, no se me hizo. Y bueno, nadie nos esperábamos que fuera a morir de una sobredosis. Lamento mucho habérmelo perdido. Es uno de mis músicos favoritos. Su biografía es uno de mis libros de cabecera. Si la hubiera leído antes me habría lanzado a verlo de inmediato. En el libro se relata cómo tuvo que luchar contra la depresión. Y quizá esa era una pista de que podría presentarse un desenlace como el que se presentó.


Haciendo el mismo ejercicio ¿a qué músico te gustaría o te hubiera gustado entrevistar y qué le preguntarías?


-Uta, me habría encantado conocer a Dee Dee Ramone, pero no para entrevistarlo, para irme de peda con él, para inyectarme heroína con él. Para mí Dee Dee es uno de los pensadores contemporáneos más grandes. Olvídate de Chomsky, de Žižek. Nadie tenía un conocimiento de la vida actual y de la calle como Dee Dee. Él es más filósofo que cualquier académico que se te antoje. Y escribió varias de las mejores canciones de las últimas décadas.


Por lo que se ve y se lee, eres un devorador de música en cantidades ingentes. Entre todo el festín sonoro ¿has descubierto bandas o músicos relativamente nuevos que valgan la pena o lo mejor quedó en el pasado?


-Por supuesto que el rock sigue pulsando con todo. El nuevo disco de IDLES y el de The Strokes son prueba de ello. Y en cuanto a rock mexicano me ha gustado mucho Austero, que es un trío de morros de Chihuahua cuyo debut fue producido nada menos que por Steve Albini, el técnico de sonido de Nevermid. El rock no es ahora la música predominante pero sí es la más interesante y propositiva. En el presente no existe para mí mejor banda que The Brian Jonestown Massacre. Es un grupo que no le pide nada a nadie. Es una banda que hace valer el rock y me hace pensar en que el género está atravesando por su mejor momento.


Finalmente, pensé que leería una crónica del concierto de Wilco en la ciudad de México, que pudiera decirse, fueron de los pocos conciertos en 2020, además porque sé de tu devoción hacia la banda.


-La Música Madita incluiría un texto largo sobre Jeff Tweedy, en el que se mencionaría ese concierto, pero no alcancé a terminarlo. La razón es que tengo una relación problemática con el líder de Wilco. Su último disco de solista me encantó, pero su trabajo con Wilco me tiene bastante decepcionado. Los últimos discos, de Star Wars para acá, tienen demasiado material acústico. Lo cual es un desperdicio, tomando en cuenta que tienen a uno de los guitarristas más explosivos del momento, Nels Cline. Lo que pienso es que Jeff Tweedy está acabado. Ya dijo todo lo que tenía que decir.


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