
Título: Murmullos de amor
Técnica: acrílico sobre papel
Medida: 30 centímetros
Año: 2021
Autor: Miguel Ángel Cid
Carta a una emperatriz | Ángeles Valle
Estoy afilando la punta de mi lápiz para subrayar los retazos de una vida acumulados en el último capítulo del Castillo de Bouchot.* Subrayar con la tinta indeleble de mi memoria los delirios octogenarios de María Carlota de Bélgica, Emperatriz de México y de América. Una emperatriz que resistió los embates de la locura hasta los ochenta y siete años de edad; la que naufragó en un bálsamo de sueños, de recuerdos y nostalgias, de frustración, mentiras y coraje, y quien supo aguantar tantos días y tantas noches para finalmente morir de amor y de tristeza, loca y sola, con su más entrañable recuerdo de vida: Maximiliano.
¡No te vayas Carlota! No cierres tu boca ni clausures tu pensamiento porque de él he abrevado el sentido de las últimas horas de mis días. No te mueras porque de lo contrario los oídos de mi alma se volverán sordos a las voces de este mundo, y prefiero vivir como un embrión con los párpados cerrados en el fondo de tu vientre, escuchando tus delirios y el retumbar ocioso de tu corazón. No te vayas que al fin que aquí en México te estaré esperando, si no a ti, al menos el sueño que fuiste; estaré esperando tus derrotas y traiciones, tus fantasías imperiales que se desvanecieron tan pronto como un ocaso invernal, y tu Imperio el que te duró tan poco, casi nada.
¡No te mueras Carlota! Porque contigo he construido una alianza de comprensión del mundo y a ti me une un lazo por donde escucho el ulular de la vida y si acaso los murmullos de mi existencia; un lazo de sangre que chorrea gotas de soledad y que ahora caen encima de mi miedo.
No te vayas porque tal vez sea yo quien te rellene la boca con las nueces y naranjas que tragabas para no ser envenenada, y te cierre los labios para que de ahí ya no salgan más locuras ni más mentiras y no vociferes más contra este mundo en el que a mí sí me tocó vivir en juicio y no en tu locura. No te mueras, no ahora que siento estrecharme junto a tu seno y reposar en él mis fantasías y esperanzas.
En este adiós inminente me duele saber que tú, al igual que Maximiliano, te hayas convertido en víctima de tu propio destino, el mismo que construiste en la ambición y la codicia, víctima de una fallida esperanza; por eso ahora, más que nunca, me convenzo de la distancia abismal que hay entre lo que creo que va a pasar y lo que realmente sucede, cuando se trata de imaginar y a veces, de soñar.
Mi extranjera incomprendida que vaciaste tus sueños en este país multicolor donde lo único que te deparó fue la certeza de un fracaso, la derrota de tus anhelos. Y no conforme con ello fuiste una esposa condenada a sufrir los insondables conflictos de tu sexualidad reprimida, porque las caricias conyugales que tanto deseaste se quedaron sepultadas en el abismo de tus deseos y sólo te conformaste con el roce del viento que se filtraba por tu ventana y caía suave en la desnudez de tu cuerpo. Te resignaste a inventar los besos del emperador cuando untabas la miel en tus labios para sentir con los ojos cerrados las frágiles patas de las moscas que se posaban sobre ellos y más tarde, cuando las retirabas, saciabas tu apetito amoroso deslizando la punta de tu lengua en el borde de tu boca. Carlota inmaculada, virgen de besos y promesas incumplidas.
Lanza tu voz al viento y ojalá me llegué en forma de colibrí para admirar su vuelo inconmensurable. Hoy me quedaré contigo aquí en este lecho de amor, en mi cama que también fue tuya, en tu castillo que fue mi castillo, porque tú me lo regalaste. Me regalaste el tiempo de tu alcoba en Bouchout, en las Tullerías, en Miramar, en el Castillo de Chapultepec, y en el Novara, el barco donde navegaron tus sueños y tus ilusiones fallidas. Me regalaste el recuento de tu vida como las cosas bellas y terribles que viviste en México, como el desprecio de los indígenas mexicanos, el repudio de Benito Juárez, la infidelidad de Maximiliano, tu asombro por los valles y las montañas de México, tu aprecio por las mujeres que te cuidaron y te amaron.
Hoy me despido de ti Carlota pero te llevaré por siempre, irremediablemente, en mi corazón. Cierro las últimas páginas del libro como cerraron las ventanas de tu alcoba en el castillo de Bouchout el 19 de enero de 1927 cuando los pájaros de tu jardín custodiaron el final de tus desvaríos y el último de tus suspiros. Te guardaré en mi recuerdo como el ave que me traerá esperanzas de vida y uno que otro delirio para no perder las ganas de vivir.
*Castillo de Bouchout 1927, es el nombre de los capítulos nones que conforman la novela histórica Noticias del Imperio del escritor mexicano Fernando del Paso. En cada uno de estos aparece la voz de la emperatriz Carlota y a través de monólogos da cuenta de su vida en México y en el castillo de Bouchout donde quedó recluida hasta el final de sus días.