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Pop bueno, pop malo: una visita al desván de Jarvis Cocker

Por Alejandro Ortega Neri

Foto: El Reborujo Cultural


Hay personajes de la cultura pop que son entrañables y resulta imposible no quererlos. Creo que Jarvis Cocker, el fundador y vocalista de la banda Pulp,es uno de ellos. No se le podía ignorar mientras bailaba con su cuerpo largo y flaco que parecía quebrarse, con su ropa holgada sacada de no sé qué closets; tan cegatón y crítico que intentó sabotear incluso al mismo Michael Jackson allá por 1996. Pero el solo hecho de haber logrado un disco como Different Class en 1995 era ya suficiente para amarlo.


Jarvis Cocker ha vuelto pero esta vez en forma de libro abierto, pues se decidió por fin este 2022 a lanzar un libro que bien podría entenderse como unas memorias, un inventario o un ejercicio terapéutico para mostrarnos quién es ese genio del pop británico que desde los quince años sabía que tendría una banda llamada Pulp, que sería exitosa y con la que quería cambiar el mundo; me refiero a Pop bueno, pop malo. Un inventario que la editorial Sexto Piso ha traducido y editado en español para deleite de los fans y no tan fans del nacido en Sheffield, Inglaterra.


Visitando un pequeño desván en su casa en Sheffield, donde aguardan trebejos que el músico fue acumulando durante los años de formación de su carrera musical, Jarvis Cocker hace un repaso de su vida a través de las memorias que le detonan esos objetos personales tan sui generis como bolsas del mandado, envolturas de jabones o cuadernos en los que plasmó cómo sería el guardarropa de su banda de pop.


El resultado son estas memorias nostálgicas, lúcidas y divertidas en las que el autor utiliza instantáneas de esos objetos para contextualizarnos en la época en que los adquirió y cómo muchos de ellos fueron cruciales para su ideología musical. Esto, cabe decir, hace al libro aún más atractivo y lo convierte en un objeto hermoso y muy pop, porque acompañan a las letras esas instantáneas en un vívido color y un diseño editorial bastante atinado por parte de Sexto Piso.

Foto: Cortesía Secretaría de Cultura de la Ciudad de México


¿Qué encontrará el lector en ese desván además de camisas comprada en las ventas de beneficencia, viejos cuadernos con el nombre de Pulp, bolsas de compra, anteojos quebrados, astronautas de juguete, corbatas anticuadas, guitarras y fotos familiares? Encontrará a un chico tímido, freak, que desde la adolescencia soñó con ser una estrella, no del punk, ni del rock o del glam, mucho menos de la new wave o el heavy metal, sino del pop, y que para lograrlo tuvo que enfrentarse a tropiezos y caídas brutales (literalmente), además de todos los obstáculos que significaba ser joven en un pueblo obrero británico durante el thatcherismo.


Pop bueno, pop malo es una maravilla en toda la extensión de la palabra, porque si bien su autor confiesa que buscaba plasmar parte de su proceso creativo en la música, este queda escondido bajo la creatividad que tuvo pero para reconstruirse pedazo a pedazo con todos esos objetos que quedaron amontonados en el desván, ejercicio que podría servirnos a todos en el entendido de que hay pedazos buenos y malos, y estos últimos, al no aportar nada, deben ir a la basura.


A diferencia de muchos libros biográficos de músicos que parecen escritos sólo para los fans de hueso colorado, Pop bueno, por malo es para todo amante de la música, no sólo de Pulp, pues quien ya conozca a la banda y a Cocker terminará por amarlos aún más, pero quien no, el libro es una buena puerta de entrada a ese universo sutil que ha creado el señor Cocker a lo largo de los años: puro pop del bueno.

Foto: Cortesía Secretaría de Cultura de la Ciudad de México

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