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“Qué bello”, Sonora Tropicana

Por Citlaly Aguilar Sánchez

Cuando cursaba la universidad tuve una relación llena de drama. Una vez, después de haber terminado y de que él ya estuviera emparejado con otra chica, nos encontramos en la boda de una de mis amigas. Como él iba solo y yo también, terminamos bailando toda la noche. En medio de la pista nos sorprendió “Qué bello”, de la Sonora Tropicana, y con el verso “qué importa esta es la última vez” juramos siempre recordarnos con esa canción. La verdad es que sí me acuerdo de él cada que la escucho pero más con pena que con placer; no me hace sentir bien aquella situación a la luz de la persona que soy ahora.


No obstante, años después mientras vivía en Guadalajara me reencontré con una de mis mejores amigas, quien, pese a que toda su vida había vivido en Ciudad de México, en ese momento residía en La Perla Tapatía. Nos veíamos con cierta regularidad para ir a tomar algo o hacer compras. Nos gustaba en especial pasar por las tiendas en las que venden artículos para el hogar y, aunque no comprábamos nada, era bonito ver todo en una especie de promesa: “Para cuando tenga mi depa”. En aquel tiempo ambas compartíamos piso con otras personas y era complicado intervenir los espacios con nuestro exquisito gusto para decorar.


En una ocasión nos citamos para tomar un par de cervezas en Chapultepec. Hacía muchísimo calor como es costumbre durante mayo en aquel territorio. Ambas llevábamos poco tiempo de solteras, así que la compañía era fundamental. El tiempo pasó mientras nos desahogábamos con palabras y nos ahogábamos en alcohol. Se hizo de noche y, dado que aún teníamos suficiente energía, nos dirigimos a un bar en el que se escuchaba buen ambiente.


Ahí, la música que imperaba era de cumbias y, pese a que ella -nacida y crecida en Ciudad de México- las reconocía, en el momento llevaba a todas vistas la actitud y estilo de una rockera punk. En el calor de la cerveza y entre la euforia de los presentes, me acerqué al DJ y le pedí la canción que se me antojó en el momento: la de la Sonora Tropicana. Mi sorpresa fue grande cuando vi a mi amiga deshacerse cantando los versos más jocosos de esa bonita melodía: “Ven o me arrepiento en el piso o donde sea y tómame…”


La noche no terminó ahí. Por azares del destino fuimos invitadas a otros dos eventos en los que escuchamos otros géneros musicales e igualmente nos ambientamos. Baste decir que terminamos en mi habitación muy ebrias, dormidas una junto a la otra. Al día siguiente, como pudimos nos la curamos con tortas ahogadas que es lo que se estila en dicha ciudad.


Nunca dejará de sorprenderme la capacidad que tiene la música para recrear recuerdos. Dice Brenda Trejo que “hay algo inasequible en el acto de recordar. Todos los recuerdos están incompletos”. No obstante, agrega, “este es un defecto de la memoria, aunque simultáneamente es su virtud: sin la existencia de esos huecos nuestra historia personal sería inalterable”.


Así, la música suele llegar a mí a veces como un hilo que me conecta con quien fui alguna vez pero también tiene el poder de recrearme por medio de la memoria en el presente, de rellenar huecos que ya no pueden ser ocupados por algo material. Con “Qué bello” se suplantó una historia de mi vida por otra y, a su vez -ahora que mi amiga vive en Estados Unidos y no puedo verla- cada que escucho la canción la veo a ella, puedo oírla y la siento cerca de mí. Me es imposible oír esa cumbia sin atarme fuertemente a una amistad y a una noche tan peculiar sin sentirme agradecida.




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