Por Eduardo Jacobo Bernal

¿Alguna vez han imaginado cómo sería su vida si hubieran estudiado otra carrera, si hubieran hablado con esa persona que les sonrió en el autobús, si hubieran aceptado ese trabajo? ¿Cómo cambiaría la historia si Hitler hubiera muerto en la Primera Guerra o si los pasajeros de los vuelos del 11 de septiembre hubieran sometido a sus captores?
A la humanidad le gusta fantasear con las posibilidades del hubiera, ahora imaginen que cada una de esas posibilidades sí se materializó, pero en una dimensión diferente; que cada decisión tomada es un evento cuántico individual que se ramifica y crea una cadena infinita de dimensiones posibles, una sobre otra, como las capas de una cebolla. Y más aún, imaginen que alguien crea un aparato que nos permite viajar a todas esas dimensiones, unas con pequeñas variantes, pero otras completamente diferentes al mundo que conocemos. Esa es la premisa de Black Science, el cómic creado por Rick Remender y Matteo Scalera, que en México hemos podido disfrutar gracias a la editorial Kamite.
La historia gira alrededor de Grant McKay, el científico que crea el “Pilar” que permite “saltar” de dimensión en dimensión. La idea de McKay es hacerse con los recursos energéticos de otras dimensiones para hacer sustentable su propia realidad; básicamente se trata de un imperialismo trans-dimensional. Sin embargo, las cosas no salen según lo planeado cuando Grant lleva a sus dos hijos a conocer el Pilar, pues alguien ha saboteado el artefacto y este se activa de manera sorpresiva, llevando a la familia Grant, a su equipo científico y a un ejecutivo de la empresa patrocinadora, hacia un viaje sin control entre dimensiones.
En la primera parada se encuentran en un mundo acuático en el que las ciudades están construidas sobre tortugas gigantes y los habitantes son ranas y peces antropomorfos, y eso es sólo el principio. Las posibilidades narrativas de este cómic son, igual que las dimensiones planteadas, infinitas, por lo que como lectores nos adentramos en un universo de posibilidades, en el que los problemas personales de McKay serán el verdadero eje de la historia.

Al poner a sus hijos en riesgo, Grant fantasea con una dimensión en la que no lo arruinó todo, en la que fue un buen padre, un buen esposo, en la que no se perdió en la vanidad de la ciencia. Y es que Black Science retrata de manera espléndida el pensamiento posmoderno, la incertidumbre que viene cuando aceptamos que no hay un camino único, que el destino no existe y que cada una de nuestras decisiones tendrá implicaciones en el futuro. La humanidad se ha enfrentado en el último siglo a la idea de que somos los únicos responsables de nuestros actos, no hay un Dios ni ninguna fuerza superior que tenga trazado un plan para la historia; se trata sólo de causalidades azarosas que hemos elegido consciente o inconscientemente.
Y ante el desolador panorama en el que vivimos hoy, una salida es la imaginación, fantasear con lo que pudo ser, con las posibilidades perdidas que pudieron brindarnos una vida completamente distinta. Siempre soñamos con que tal o cual decisión pudo darnos una vida mejor, pero ¿qué tal que esta es nuestra mejor versión? Esa es la pregunta que persigue a Grant Mckay y sus “dimensionautas”. Para saber la respuesta hay que leer el cómic…


